En el fenómeno mobbing ha cobrado especial importancia,
al evidenciarse como la causa de depresión, de ansiedad generalizada, e incluso
de desórdenes de estrés postraumático, que conllevan absentismo, abandonos del
puesto de trabajo, incremento de accidentalidad, disminución de la cantidad y
de la calidad del trabajo, etc., lo que produce elevados costes en la sociedad
industrializada y en la víctima de mobbing que ve amenazada su carrera o
profesión, su situación social y financiera, e incluso su salud (Carreras y
otros, 2002)
Para Hirigoyen (2001) los primeros síntomas que aparecen
son muy parecidos al estrés: cansancio, nerviosismo, problemas de sueño,
migrañas, problemas digestivos, lumbalgias; pero si el acoso persevera en el
tiempo, entonces se puede establecer un estado depresivo mayor. Según la
encuesta realizada por Hirigoyen (2001) el 69% de las personas que respondieron
el cuestionario habían padecido un estado depresivo mayor y un 52% presentaban
trastornos psicosomáticos variados.
Para dicha autora, el
acoso laboral deja huellas indelebles que pueden ir desde estrés postraumático
hasta una vivencia de vergüenza recurrente o incluso cambios
duraderos de su personalidad. La desvalorización persiste aunque la persona se
aleje de su acosador. La víctima lleva una cicatriz psicológica que la hace
frágil, que la lleva a vivir con miedo y a dudar de todo el mundo. Piñuel y
Zabala (2001) estructura las consecuencias del mobbing en el trabajador
afectado en los siguientes apartados:
Consecuencias físicas
Se da un amplio elenco de somatizaciones:
- trastornos cardiovasculares (hipertensión, arritmias, dolores en el pecho, etc.)
- trastornos musculares (dolores lumbares, cervicales, temblores, etc.)
- trastornos respiratorios (sensación de ahogo, sofocos, hiperventilación, etc.)
- trastornos gastrointestinales (dolores
abdominales, nauseas, vómitos, sequedad de boca, etc.)
Consecuencias psíquicas
- Ansiedad
- estado
de ánimo depresivo
- apatía
o pérdida de interés por actividades que previamente le interesaban o le
producían placer
- alteraciones
del sueño (insomnio e hipersomnia)
- profundos
sentimientos de culpabilidad
- aumento
del apetito
- distorsiones
cognitivas (fracaso, culpa, ruina, inutilidad, etc.)
- hipervigilancia
- suspicacia
- labilidad
emocional con llanto frecuente
- ideas
de suicidio no estructuradas, sin plan ni intentos de suicidio
- sentimientos
de impotencia e indefensión
- miedos
al lugar de trabajo, a coger el teléfono, a enfrentarse con su jefe
- miedo
a volver a trabajar y a no ser capaz de desempeñar su trabajo
adecuadamente
- miedo
a salir a la calle
- expectativas
negativas sobre su futuro
- atención
selectiva hacia todo aquello relacionado con el fracaso
- disminución
de la capacidad de memoria y dificultades para mantener la atención y
pensamientos recurrentes sobre la situación de mobbing
(García y Rolsma, 2003; Fornés, 2002).
En la víctima se dan cambios de personalidad con predominio de rasgos obsesivos (actitud
hostil, y suspicacia, sentimiento crónico de nerviosismo, hipersensibilidad con
respecto a las injusticias), rasgos depresivos (sentimientos de indefensión,
anhedonia, indefensión aprendida) (Gómez, Burgos y Martín, 2003) y alteración
del deseo sexual (hipoactividad sexual, etc.).
Consecuencias sociales
Los efectos sociales del acoso laboral se caracterizan
por la aparición en la víctima de conductas
de aislamiento, evitación y retraimiento (INSHT, 2001); así como la
resignación, el sentimiento de alienación respecto a la sociedad y una actitud
cínica hacía el entorno (Gómez, Burgos y Martín, 2003).
Se suele generar alrededor de la víctima un aislamiento
progresivo, debido, en parte, a la retirada de algunos de sus amigos, que al
ver la situación le dan la espalda y desaparecen, junto con el aislamiento
activo que la víctima ejerce.
No quiere estar con otras
personas para
no tener que dar explicaciones sobre su salida de la organización, y debido a
su sensación de fracaso y falta de confianza piensa que el resto de las
personas le consideran un fracasado, y tiene miedo de enfrentarse a las
posibles críticas.
Consecuencias laborales
Las consecuencias en el área laboral suponen la destrucción progresiva de la vida laboral de
la víctima. Debido al mobbing se suele solicitar una baja laboral
por estrés, durante la cual la empresa puede llevar a cabo el despido o negarse
a abonarle el salario, difundir rumores sobre la víctima y mentir sobre su
salida de la empresa.
Con ello consigue presentar una imagen negativa de la
víctima, lo que contribuye a disminuir su empleabilidad, y que vaya
considerándose a sí misma incapaz para trabajar, y mostrando expectativas
negativas sobre su rendimiento y desempeño laboral. La víctima suele sufrir lo
que Piñuel y Zabala (2001) denomina 'postración económica'. Desde
el primer mes tras el despido, la empresa no le ingresa su sueldo, lo que hace
que disminuya considerablemente su nivel económico.
En todo caso, se podría decir que las consecuencias sobre
la salud de la víctima dependen de
la duración del acoso, la intensidad de la agresión así como su propia
vulnerabilidad. El impacto del acoso es más fuerte si se trata de un
grupo contra una sola persona que si se trata de un solo individuo, también
parece que el acoso de un superior es más grave que el acoso de un compañero.
Se han descrito síntomas clínicos que el acoso produce en la víctima entre los
cuales cabe distinguir diferentes estadios (Suárez y otros, 2009):
- Estadio de autoafirmación. La víctima detecta el conflicto o el trato despectivo, interpretando que la razón está de su parte y que existe un mal entendido.
- Estadio de desconcierto. La víctima se siente desconcertada, duda, no sabe lo que está pasando y comienza a pensar en su probable responsabilidad sobre lo ocurrido.
- Estadio de indefensión. En esta fase, la victima se esfuerza para agradar y para que le tengan en mejor consideración; este esfuerzo termina desencadenando un sentimiento de impotencia e indefensión que culmina en un estado depresivo.
- Estadio traumático o de ansiedad. Si el acoso persiste, la víctima suelen sentirse vulnerable y presentar un estado de ansiedad, siendo frecuentes las conductas impulsivas y la pérdida de control.
- Estadio
de estabilización crónica. Es probable que
perdure un sentimiento de desvalorización y falta de autoestima,
pudiéndose establecer un estado ansioso-depresivo y el trastorno de estrés
postraumático.
Referencias: